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viernes, 25 de diciembre de 2015

Entrada para limpiar el alma.

Bueno, para ambientar la habitación en la cual estoy escribiendo esto, traje una caja de puchos para usarlos mientras escribo esto, y una botella de champagne junto con una copa divina que estoy estrenando.

Bueno, vamos a lo que quiero escribir.


Desde que tengo doce años me la pase sufriendo por amor. Así es, doce años. Nunca fui feliz creo yo, y si lo fui no tengo recuerdos sobre ello. Desde que sí tengo memoria, mis hermanos se la pasaron maltratandome, física y psicológicamente. Humillándome a solas o en público, a veces. Creo que lo peor que hicieron (tal vez razón por la cual tengo terror de mostrar la panza) fue cuando yo tenía 7 años, me levantaron la remera adelante de todos, y me dijeron que daba asco, que era gorda, que tenía una panza enorme. Me acuerdo que fui llorando a contarle a mi viejo, quien no me dio importancia alguna. Quién se imaginaría que 12 años después seguiría recordando acto tan atroz que cometieron miembros de mi propia familia, y que aquello me provocaría un daño enorme en la psiquis.
Volviendo al tema central, doce años tenía cuando me enamoré por primera vez. Fue a través de messenger. Uno que me agregó a fb, me dijo que quería que hablemos por messenger mejor. Yo deslumbrada por Federico, un hombre 5 años mayor, accedí sin negarme por supuesto. Hablamos, hablamos y hablamos. La verdad es que el tipo, una vez que comenzamos a hablar, no me parecía atractivo físicamente, ni tampoco muy inteligente ni interesante que digamos. Pero únicamente por estar aburrida, seguí hablando con él (gran error). Pasado un tiempo, yo me acostumbré a hablarle, y un poquito me ilusionaba el hecho de que un tipo de 17 años me hablase a mí, una nena que fue maltratada por su familia toda su vida. Me daba mucha atención. Decidí pasarle mi número de celular (en ese entonces, ya tenía 13 años y un celular que apenas servía para mensajes de texto). Me llamaba todas las noches, me hacía sentir querida, al fin un hombre que me trataba bien, que no me hacía sentir mal ni me decía gorda o fea, al contrario, decía que le parecía hermosa. Me enganché. El cumpliendo 18, y yo con 13, creía que podíamos llegar a ser novios, que podía ser mi primer novio, que podía hacerme feliz, darme al fin esa satisfacción que hace tiempo buscaba. Seguía llamándome siempre, pero ahora se sumo el hecho de que yo le pasaba fotos en tanga. La primer foto se la pasé porque quise, las próximas fue porque me amenazó. Empezó a salir con una minita de su edad, y al mismo tiempo empezó a tratarme mal. A basurearme, a amenazarme con subir todas mis fotos a Facebook o a Fotolog. Por amenazas es que yo le seguía pasando fotos, porque yo apenas tenía 14 años y bajo ninguna circunstancia quería que él muestre mis fotos tan íntimas que yo por error le había pasado. Entre tanta presión que vivía a diario teniendo que ocultar que un tipo 5 años más grande me amenazaba, empecé a dejar de comer. Primero un día, después dos días, después tres días y así de a poco logré ayunar un mes completo. Y mientras tanto, para soportar el hambre me cortaba los pies, los brazos y la panza. Me sacaba fotos a los cortes y se las mandaba a Federico.  No pude seguir con el ayuno que ya llevaba hace un mes porque me desmayé mientras me bañaba y mi vieja me obligó a comer. Cumplí 15, una semana antes Federico me había dejado de hablar, diciendo que me merecía a alguien mejor y de mi edad, alguien que no me hiciese mal, y que me curase corte por corte. Yo lloré, lloré muchísimos días que pasé encerrada cortándome. Y el día de mi cumple de 15, lo único que esperaba era que Federico me llame para saludarme, o que lo haga a través de un mensajito por lo menos (Yo todos los años en su cumpleaños lo llamaba a las doce justo), pero no. No me llamó, ni me mandó un mensajito y se cagó en mi existencia, como siempre. La pasé mal todo el día. Mis viejos me organizaron un cumple sorpresa hermoso (porque yo no quise fiesta de quince, como es tradición festejar), con familiares, tortas, dulces, y souvenirs hechos por mi madrina. Pero yo no disfruté ni un segundo porque me carcomía la cabeza pensando en por qué Federico se olvidó de mi cumpleaños, con quién estaba? Quién era más importante que la pibita con la cual habló durante tres años por mensajes, y hasta le llegó a decir que la amaba? Ah sí, me olvidé de decirles que NUNCA lo ví en persona. Me prometía vernos pero nunca cumplió.
Cuestión, la pasé como la mierda en mi fiestita sorpresa de quince años por la culpa de Federico. Bah la culpa fue mía por haber dejado que él sea mi todo, mi vida, mi felicidad, mi tristeza, mi salvación.
Semanas después, seguíamos sin hablar así que empecé a buscarlo, le mandaba fotos desnuda, le mandaba textos enormes pidiéndole perdón y prometiéndole que si volvíamos a hablar no me iba a cortar nunca más. En su papel de pajero, volvió a hablarme, a pedirme "fotitos" de nuevo, a llamarme seguido para que yo le gimiese al oído. Duró poco. Porque después me volvió a dejar.

Despechadísima, triste, y con cortes en los brazos, recuperé el peso perdido y hasta aumenté más. Empecé a salir todas las noches, con quince añitos me conocía todos los boliches de Capital Federal y algunos de provincia. Salía muy provocativa y con los labios bien rojos. Dispuesta a todo.
A las dos semanas de cumplir 16, salí con una amiga. 20 de julio. Fui a Ramos Mejía a bailar. Short negro tiro alto y top ultra escotado. Tipo cinco de la mañana, bailaba con dos amigas arriba de un escalón, mientras mi otra amiga bailaba atrás nuestro. Una amiga me dijo, eu, mirala a Cami(la que estaba atrás), está hablando con Mauro, es el hermano del chico con el que yo salía, está buenísimo! En el mismo momento que me di vuelta, cami me dijo, dice este chico que le gustaste mucho y quiere bailar con vos. Sí, ese mismo Mauro le estaba pidiendo a mi amiga que le haga gancho conmigo. Accedí pero haciéndome la importante, porque con tacos, yo era más alta que él. No niego que era lindo, musculoso y rubio. Me dijo que yo era muy linda, y me llevó a otra pista de baile en la cual había asientos. Nos sentamos, yo con mucho alcohol encima, nos besamos, y al cabo de un rato le dije, me tengo que ir porque mis amigas me esperan, y me dijo: no no, vos te vas conmigo. Y le di a entender que no podía dejar a mis amigas colgadas, pero me agarró del brazo y me sacó afuera. Fuimos a su casa, no sé cómo me convenció de ir. Me tiró en su cama y me empezó a besar. Le dije que no quería hacer nada y que por favor me llegase a mi casa. Accedió. Me llevó en moto hasta la puerta de casa. Yo me hacía la importante, pero fue todo increíble. Tenía 16 años, conocí a un tipo precioso, que andaba en moto, y que tenía 7 años más que yo, era perfecto!
Ah, pequeño detalle, yo seguía siendo virgen.
Al mes de conocernos, nos vimos por primera vez. Me convenció de ratearme del colegio, yo estaba en tercer año y me sentía súper mala faltando al colegio a escondidas de mis viejos para irme con un chabón. 7:10 AM con la ropa de colegio, saludé a mi mamá, agarré la mochila y me fui. Él me iba a esperar a unas cuadras del colegio. Llegué y ahí estaba, con una moto azul brillante, y una sonrisa preciosa, esperándome. Me llevó a su casa, muchas opciones no teníamos a las siete de la mañana. Una vez en su casa, en su habitación, me empezó a dar besos, nunca nadie me habia besado de esa forma! seguimos, y me quiso sacar la remera, debido a mi trauma con la panza, le dije que no, que si me queria besar las tetas que lo hiciese bajándome la remera hacía bajo (yo tenía una musculosa blanca básica abajo del uniforme así que no fue muy difícil). Me besó las tetas, y wow, eran sentimientos nuevos y encontrados que se sentían bien. Yo era una nena de 16 años y estaba siendo víctima de un tipo de 23 años super experto en el tema del sexo. Me resistí durante un rato a que me saque el pantalón del cole, pero después me dejé, qué cosa mala podía pasar? (Muchas, ilusa). Me sacó el pantalón y me penetró. Me dolió y le pedí que pare. Paro un ratito y siguió. Lo hacía perfecto, con delicadeza pero con fuerza al mismo tiempo. Increíble. Esa mañana lo hicimos tres veces, y cada vez duró como hora y media. Eran las 13:00 hs, y se supone que yo ya tenía que volver del cole. Me dijo que me cambie rápido porque no quería meterme en quilombos. Así que me cambié como me ordenó, y me llevó a casa...
Ese día no pude dejar de pensar en lo increíble que fue estar juntos. Lo perfecto que era estando desnudo, con una espalda envidiable, unos pectorales bien marcados, abdominales perfectos y piernas largas.
A la semana falté de nuevo al cole para irme con él. De nuevo cogimos. Fue increíble nuevamente.
Después, como yo no podía seguir faltando al cole, empezamos a vernos de tarde. Cuando yo salía de gimnasia. Salía a las 16:30. Me cambiaba la remera rápido en el baño del colegio, e iba a verlo. Me esperaba en la moto hermosa que tenía, a tres cuadras del colegio. La primera vez que nos vimos a la tarde, me preguntó si quería ir a tomar un helado, le dije que prefería ir a sentarme por algún lugar. Así que paramos en una esquina y nos sentamos. Yo me acostaba arriba de él, él me daba besos y me tocaba un poco. Así durante mucho tiempo. Sin coger. Después empezamos a vernos los fines de semana. Íbamos de noche a albergues transitorios. Me di cuenta que algo en nuestra relación cambió. Porque antes podíamos vernos dos veces por semana, y ahora nos veíamos con suerte una vez por semana. Se lo dije. Y ahí me dijo lo que nadie quiere escuchar: "gorda, yo no quiero relaciones serias, creo que tenías que saberlo. No sé si nos vamos a poder ver todas las semanas como hacíamos. Capaz nos vemos cada dos semanas o cada tres, o cada un mes. No sé. Yo estoy ocupado. Y no quiero compromisos ni que te ilusiones. Si vos buscas algo en serio, no sé, conmigo no vas a poder. "
Bueno. Ok. Me ilusionó, me desvirgó, me uso de todas las formas posibles y me desechó.
Nos veíamos cada tres semanas o cada un mes. Yo empecé a comer como nunca, llegué a un peso que nunca antes había llegado.
Cuando engordé, nos empezamos a ver cada un mes. Y yo sabía, sabía de verdad que él andaba con otra.
Cumpli 17, seguía con él. Pero cada vez nos veíamos más espaciadamente. Nuestro vínculo se iba al carajo y yo lo sentía. Me deprimí, dejé de comer. Ah, me olvidé de decirles que desde los 15 empecé a vomitar una vez por día, a veces dos.
Bueno, al dejar de comer, volví a un peso normal, lindo. Pero él durante todo ese tiempo me trató mal, me forreó, me evitó. Nunca lo entendí. Flaco, si querés que nos dejemos de ver, decímelo de una, le decía a diario. Cumplí 18. Cumplí 19. Y nos seguimos viendo. Lo conozco hace 3 años casi. Y es el amor de mi vida. A pesar de que me maltrata, me forrea, y todo. Lo amo. Es mi nuevo Federico. Sigue sin querer nada serio pero igual lo amo y me encanta verlo. Nos vemos todas las semanas. Increíble. Pensar que cuando pesaba 15kl más, sólo quería verme una vez por mes. Forro. Puto. Hijo de puta. Pajero. Eso es lo que sos. No te merecés nada. Ojalá te mueras o te pudrás.

Terminé esta entrada junto con la caja de puchos y con la botella de champagne.

Me decidí a no hablarte más. Mauro te amo, pero vencés, vencés con el 2015. En otra vida capaz llegamos a más. No voy a dejar de amarte nunca, me enseñaste lo qué es el amor en persona, y no virtualmente como fue con Federico. Gracias!

Ahora sí, me siento capaz de abandonar lo que me hizo mal. No importa si nadie lee esto. Yo ya soy feliz con transmitirlo. 

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